Regresas cansado de la oficina, te sientas a ver la televisión, pero algo te obliga a ir a prepararte algo de comer, ni siquiera sientes hambre, no obstante ahí estás, preparando macarrones con queso para cenar.
Quieres regresar a relajarte un poco, mas algo te lo impide, ahora debes ir a regar las plantas, hacer ejercicio, practicar piano y pintura, no recuerdas cuándo aprendiste todas esas cosas, sin embargo, ahora son parte de tu rutina diaria.
Te encuentras agotado, necesitas descansar urgentemente, vas a la cama, pero hay una fuerza que te levanta una y otra vez.
Estás harto de que tus días sean así, de sentir que no eres tú mismo, que no haces lo que deseas sino lo que te obligan a hacer.
Decides irte, es la única forma de ser libre. Alzas la cabeza al cielo y sonríes con un poco de malicia.
Corres, corres tan rápido como puedes, hasta desaparecer del radar, dejas atrás tu casa, tu vecindario, tu ciudad, todo. No hay nada en el lugar al que llegas, apenas unas cuantas luces de colores que marcan tu paso, pero al fin puedes descansar.
Del otro lado de la pantalla, un niño observa confundido la escena, su Sim escapó y no es capaz de encontrarlo por ninguna parte, ni siquiera aparece en su menú de personajes. —¡Malditos bugs! —proclama resignado, apaga la computadora y se dirige al sillón para mirar la tv.