Una mañana en el metro
"¡Por favor, permita el libre cierre de puertas!"
Repite una y otra vez la grabación, pero las puertas no logran cerrarse.
No se escucha nada más, ni una sola voz adentro ni afuera de los vagones, solo queda la repetición que dice mecánicamente:
"¡Por favor, permita el libre cierre de puertas!"
Por todo el vagón se observan enormes charcos de sangre y un par de piernas impidiendo que las puertas se cierren.
Quizá todo hubiera sido diferente de haber hecho caso a la indicación la primera vez que sonó.