Te colocas los audífonos. La música suena cada vez más fuerte, no quieres escuchar nada más.

Empiezas a pensar en todo lo que te pasó en el día... Prefieres no recordarlo. Cierras los ojos y tratas de perderte en la letra de esa canción, todo comienza a ponerse nebuloso y, de pronto, te das cuenta de que te sientes lejano, incluso el ritmo de la música se hace más lento y tus extremidades se relajan cada vez más.

Después de unos minutos, piensas que es un buen momento para abrir los ojos, tratas de hacerlo, pero sientes demasiado peso, no consigues la fuerza suficiente para despertar y empiezas a alterarte, no sabes ni siquiera si realmente estás consciente o todo es parte de un sueño.

La música se escucha distante y ahogada, te cuesta percibir lo que está pasando afuera. Tal vez si no hubieras subido tanto el volumen podrías concentrarte en otras cosas en lugar de solo escuchar los ruidos distorsionados de tus canciones favoritas, pero ya habías decidido que esto sería lo último que querías escuchar. Grave error.

Tratas de pensar de nuevo en lo que pasó hoy... El peor día, y eso que ya llevabas varias semanas haciendo todo mal, pero hoy no soportaste más, todo fue demasiado intenso para ti, todo se volvió demasiado doloroso, todo fue simplemente demasiado para ti... No podías tomar otra decisión y lo sabes, ahora ya no hay vuelta atrás.

Te preguntas si elegiste correctamente, imaginas cómo será el día siguiente... pero, te detienes al instante, no quieres pensarlo, tú ya no serás parte de esa realidad, este es el final, ya no puedes arrepentirte de eso.

La canción que siempre te acompañaba en los momentos más difíciles suena de fondo, no hay voz más hermosa que la de esa dulce dama cantando esa lastimera historia de despedida, perfecta para este momento. ¿Cuánto tiempo llevarás en este trance? Ni siquiera recuerdas cuántas canciones han pasado, pero de algo sí estás seguro: de todas las que has escuchado, esta es tu favorita.

El tiempo pasa y cada vez te sientes más tranquilo, más en paz. Ya no piensas en todos los errores que cometiste, ya no tienes ganas de salir corriendo y de pedirle al mundo que te perdone por tu existencia tan vacía e irrelevante. Recuerdas que no dejaste ni una nota... no importa, seguramente todo estará mejor sin ti.

Ya no alcanzas a escuchar la música, solo hay un silencio constante que te envuelve lentamente y que te hace sentir como si jamás nada de esto hubiera pasado, como si nunca hubieras existido y como si todo lo que te ocurrió hubiera sido solo parte de un mal sueño de alguien más. Estás seguro de que el final se acerca y ya no quieres luchar contra él, te dejas llevar suavemente por ese cálido abrazo que te libera para siempre...

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Percibes un doloroso brillo, y al fin logras abrir los ojos, no sabes qué está pasando, solo reconoces una luz que hace que no puedas mantener por más tiempo los ojos abiertos, tratas de recordar en donde estás, pero no entiendes nada. Al fondo, sin que alcances a ver a nadie, una voz lejana que no reconoces te saluda por tu nombre y te asegura que a partir de ahora todo estará bien.