– ¿Viva o muerta?

Preguntó mi compañera de vagón, mientras me mostraba sus pies blanquísimos. Volteé a ver a todos los demás pasajeros, todos correctamente sentados con sus zapatos recién boleados. Contuve la respiración y descubrí mis pies debajo del asiento.

– Muerta... Pero no sé cómo... –Dije mientras observaba fijamente mis calcetas amarillas