"Los caballitos de mar eligen una pareja de por vida y, cuando uno muere, el otro lo hace poco tiempo después".
Cierras lentamente la noticia, ya sabías que en San Valentín no es bueno abrir las redes ni para saludar. Aún todo duele demasiado.
Sales al balcón, los árboles aún no tienen flores, el viento es frío y el sol parece ocultarse detrás de un edificio al fondo. Alzas tu mirada al cielo y te cuestionas todo lo que has hecho desde ese día.
"Tal vez... Debí haberme dejado morir para honrar nuestro amor..." Asomas tu cabeza hacia el suelo, cinco pisos. Si no es una caída perfecta solo te causarás más dolor. Escuchas las aves a lo lejos, el ruido de los autos, los animales y las voces de la gente. Alguien abre la puerta de la entrada.
Respiras hondo y respondes a la voz que te llama. Agradeces en silencio que siempre llegué a tiempo, que siempre te rescate, que su compañía te haya salvado de morir hace dos años, cuando el amor de tu vida partió.
Te sientas a la mesa y empiezas a comer en silencio. Aún sientes el dolor, sabes que ese jamás se irá, pero poco a poco logras disfrutar un poco más de la vida.
Tal vez si los caballitos de mar tuvieran amigos, su destino no sería siempre trágico.