– ¡No me dejes! ¡Por favor, no te vayas! Te lo ruego, quédate conmigo. Puedo cambiar, en serio. Puedo ser como tú quieres que sea, voy a hacer todo lo que me digas, te lo prometo.
Pero tú no respondes, estás mirándome en silencio, me observas con una mezcla entre tristeza y lástima y yo no soporto mantenerte la mirada, me duele ver que sufres por mi culpa y saber que ya nada tiene solución. Ya no hay más que hacer, tú tomaste tu decisión y terminaste con mi vida y con mi futuro.
– Te necesito, ¿no te das cuenta? Yo no soy nada sin ti, siento que me voy a morir si me dejas... Ya sé, ya sé que me has dicho mil veces que hay mucha gente que vive así y que estas cosas de superan, pero yo no lo quiero superar. ¡Yo no quiero esa vida! Yo solo te quiero a ti... No sé qué más ofrecerte para que aceptes quedarte, te doy lo que sea... ¡No! ¡Espera! ¡Voltea! ¿Qué se supone que haré cuando te vayas?... No, no quiero que me digas que te voy a olvidar. ¡No es justo! ¡No me dejes!
Te fuiste... regresaste a ocupar tu lugar en la eternidad. Al final no me dijiste nada y solo tengo el oscuro recuerdo de tu mirada. La habitación, de pronto, se llenó de la soledad más dolorosa que pueda existir: el abandono del alma. Solo me quedó la pequeña luz que aún irradiabas y que se extinguía lentamente. En segundos, no fui capaz de ver nada. El vacío dentro de mí me devoró por completo, un vacío sordo, terrible, el vacío de sentir que trataba de controlar un cuerpo inútil y desposeído... Y claro, tú te habías llevado toda mi fuerza de vida.
Ahora, me doy cuenta de que tenías razón, hay muchos que viven como yo, que vagan por el mundo como seres errantes y parece que están bien con eso. Cada día me cuesta más trabajo distinguir a los que aún tienen un poco de ti de los que, como yo, te han perdido para siempre, y a ratos quisiera ir con los que aún te tienen para tratar de recuperarte, pero sé que es imposible.
Empiezo a olvidarte y eso me aterra, cada vez tu imagen es más borrosa para mí, a ratos me descubro con la mente totalmente en blanco, sin pensar en ti ni en nada. ¿Es eso lo que me depara el resto de mi vida? Un futuro sin sentir, sin pensar, sin tener ni siquiera el recuerdo de haberte tenido... El miedo, me aferro al miedo que siento porque es lo único que me mantiene consciente.
Yo sé que me quedan pocas horas así y después habré olvidado todo esto, a ti y a todo... Por favor, alma mía, ya entendí la lección, no quiero ser solo un cuerpo vacío. Prometo cuidarte más, prometo ser mejor. Tengo miedo, el frío invade todo mi cuerpo, me duele, no puedo más... Se me acaba el tiempo. Por favor... Regresa.