El boxeador lanza el primer golpe. No hay respuesta del contrincante. Lanza el segundo, el tercero. Parece que todo está decidido.
Esquiva, burla, sigue golpeando, movimientos rápidos, parece que el otro es incapaz de seguirle el paso.
De pronto, un sorpresivo golpe directo a la mandíbula. ¡Knockout!
Después de tres años, su sombra estaba cansada de ser la única que recibiera todos los golpes y malos tratos, ahora puede descansar un tiempo, mientras el boxeador recobra la conciencia.