Han pasado poco más de cuatro meses desde que empezó la cuarentena voluntaria en México y desde ese entonces estamos miles y miles de personas encerradas, sin más escape que lo que nuestra imaginación nos pueda permitir.
Muchas veces es difícil encontrar las divisiones de nuestros días que eran tan marcadas antes de esta nueva etapa: el trabajo (ahora desde casa), el ejercicio (en casa), las reuniones (solo por mensajes y, si hay suerte, por videollamada) recreación (cuando hay tiempo libre, desde casa) ...
Cuando tienes la "fortuna" de hacer home office te das cuenta de que, muchas veces, te encuentras extrañando esos momentos de reflexión de camino al trabajo, sí, aunque siempre renegabas de ellos y te quejabas de lo lento del transporte, de lo poco amable que es la gente y del calor... y los olores que se encierran cuando hay tanta gente viajando al mismo tiempo. Poco a poco recuerdas que también ahí, en medio de todo ese tumulto pensaste por primera vez en cómo iniciar aquel discurso que te dio el puesto con el que ahora cuentas, que ahí pensaste por primera vez en ese viaje inolvidable, que siempre escuchabas tu canción favorita para llegar con menos estrés al trabajo.
Ahora, te despiertas quince minutos antes de tener que empezar a trabajar, te bañas rápidamente (a veces), desayunas en tu escritorio mientras empiezas a consultar los pendientes que tienes. De pronto te das cuenta de que el tiempo se detiene y se combina de una extraña forma, ya no distingues bien entre el tiempo de trabajo, el tiempo de limpieza, las horas de sueño, etc. En ocasiones te das cuenta de que hay una pequeña mancha en tu escritorio y te pones a limpiar toda la habitación, aunque estabas terminando ese reporte que tenías que entregar hoy, acabas tan agotado que, sin querer, te quedas dormido sobre el escritorio, ahora limpio. Cuando despiertas ya es de noche, pero aún debes terminar ese reporte pendiente.
Así pasas los primeros días, te repites una y otra vez que solo es mientras te acostumbras a esta nueva modalidad, que tienes que mantenerte enfocado en tus labores actuales y no cambiar de una tarea a otra mientras estás en tu horario laboral, de esta forma crees que podrás terminar todo el trabajo en tiempo y forma.
Poco a poco pasan los días y te das cuenta de que todo se complica cada vez más, ya no solo eres tú el que tiene un horario extraño, sino que en tu empresa empiezan a pedirte que cumplas con algunas tareas en horarios que no te corresponden. Has recibido mensajes y llamadas a medianoche, en plena madrugada o, incluso, los fines de semana. Al principio lo aceptabas sin quejarte, creías que era necesario debido a los cambios que también estaban afectando a la empresa, pero cuatro meses después, no parece que las cosas vayan a cambiar.
Notas, también, que no solo comías mal por culpa del trabajo, al menos no por las razones que creías, aún en casa has tenido que recurrir a comidas rápidas, de esas que solo sirven para matar un poco el hambre, porque sabes que si te pones a cocinar en ese momento no vas a poder terminar lo que estabas haciendo.
Además, remplazas esas compras que hacías de vez en cuando a alguno de tus compañeros de trabajo, por esos 10 minutos en tiendas virtuales, que al final se convirtieron en más de media hora y en un montón de pedidos que sabes que no vas a usar después de que acabe la cuarentena.
A estas alturas, ya pasaste por la etapa de "menos mal que no tengo que ver por un tiempo a todos los del trabajo" y por la que le siguió, de "no puedo creer que los extrañe tanto, tal vez deberíamos hacer un grupo alterno de whats para decir tonterías como en la oficina". Ahora pareces mucho más acostumbrado a la soledad, ya no sabes si prefieres seguir trabajando así o quieres volver a la normalidad, aún no decides qué te gusta más y, después de tanto tiempo, tratas de ni siquiera pensar en eso.
Al final, solo hay un pensamiento que sigue fijo en tu mente, aunque cada vez tienes mayor certeza de que nunca lo vas a hacer, no puedes dejarlo pasar tan fácilmente: "Cuando todo esto acabe, voy a dejar mi trabajo y voy a dedicarme a hacer lo que he deseado toda mi vida"...